El 22 de septiembre llegó el OTOÑO, a nuestras ciudades y a nuestra clase de Educación Infantil de 3 años.
Cuando mis alumnos/as entraron en clase esa mañana, se encontraron una sorpresa esperándolos en la asamblea: la bandeja sensorial del otoño.
A medida que iban llegando a clase, iban rodeando la bandeja con caritas de asombro y felicidad, sin atreverse a tocar nada para que no se estropeara.
Hablaban entre ellos de lo que había en la bandeja, de los colores que veían, algunos decían que eran colores de otoño, otros que no, que eran amarillo, naranja y marrón. Una niña dijo que en otoño también hay color verde.....
Cuando ya estuvimos todos en clase, nos sentamos en la línea con nuestra bandeja sensorial en el centro y, tras darnos los buenos días con nuestra frase diaria, comenzamos una conversación dirigida sobre el otoño, iniciada a partir de la motivación que supuso la bandeja sensorial: colores, paisajes, cambio de color de las hojas, cambios en nuestra actividad, en nuestra ropa, en nuestra alimentación...todo un conjunto de ideas para ir trabajando a lo largo de esta estación.
Como tod@ querían jugar con la bandeja sensorial del otoño, establecimos normas para ese día, estarían un ratito por parejas y, a partir de mañana, estaría dispuesta como una bandeja de juego más en nuestra clase, siempre cumpliendo las normas: sólo pueden jugar con esta bandeja de forma individual o por parejas, respetando los elemenos que la componen y sin sacar nada de la bandeja.
Hasta ahora está siendo un éxito, mantiene la concentración, el silencio, favorece la imaginación, la psicomotricidad fina, la experimentación, el autocontrol, el descubrimiento....
Sólo necesitaréis arroz, colorante alimentario y un tupper para teñir el arroz. Una bandeja, por supuesto, yo usé una bandeja de plástico duro como los que usan en el catering del comedor del colegio para llevar la comida, lo compré en una tienda de las que tienen de todo. Luego podéis incluir los elementos que consideréis motivadores, aunque os aconsejo que nunca falta un bote para rellenar, una cuchara, cazo o similar y un embudo. Si puede ser todo de los colores del otoño, mejor, el aspecto estético, el orden de los materiales y la limpieza de los mismos es fundamental en las bandejas Montessori.
Echáis arroz en el tupper, yo utilicé medio kilo para para cada color. Una cucharada de agua en la que eché unas gotitas del colorante elegido y la eché sobre el arroz.
Cerráis el tupper y lo movéis enérgicamente durante un par de minutos para que se mezcle bien el color. Si el color os queda muy claro, repetís la acción de la cucharada de agua con las gotitas de colorante y a mezclar de nuevo.
Cuando el arroz tenga el color deseado, lo ponéis en una bandeja sobre papel de horno o papel de plata, lo separáis por la bandeja y lo dejáis secar. Si hay sol, puedes ponerlo al sol, se secará mucho antes.
Puede tardar entre 3 horas y una noche, dependiendo de la humedad que haya en ese momento en el ambiente.
Cuando se seque, los mezcláis con la mano y listo.
Yo fui guardando el arroz teñido en bolsas de cogelar hasta que tuve todos los colores preparados.
Cuando tuve todo el arroz teñido, lo dispuse de esta forma en la bandeja de plástico:
Esta es otra bandeja sensorial que hizo mi compañera de ciclo.
Añadí vasos, un embudo e incluso una lupa.....Y así de bien se lo pasan mis peques:
"No todo es Matemáticas y no todo es simple lógica, también se trata de un poco de belleza y poesía". María Montessori.
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